
Capítulo 15
Podía
verla. Observar perfectamente cada uno de sus movimientos.
A
pesar de la distancia que tenía de la casa de Clara Hathaway, podía verla a
ella claramente. Si la decisión pudiera tomarla bajo su propio criterio
simplemente se habría acercado a la chica y la hubiera matado con su muy
confiable cuchillo. Pero las cosas no eran así. No. Por supuesto que no podían ser
así de sencillas, porque si así fuesen ¿De que habría valido matar a la otra
pequeña perra, años atrás, con tanto cuidado de no dejar huellas? No, esto había
que hacerlo con cuidado, y mucha paciencia.
Sonrió
ante los recuerdos de los gritos de socorro de Sara, mientras la hundía cada
vez más en la helada agua hacia su muerte. Como sus ojos se habían llenado de
felicidad y reconocimiento al encontrarse con su rostro para después llenarse
de horror por su inminente muerte y quien la iba a conducir a ella. En efecto
la niña había gritado, pero nadie había estado ahí para escuchar sus gritos que
sólo se perdieron en las profundidades del lago y el bosque. Aquellos gritos de
socorro que sólo hacían que un sentimiento de satisfacción pura creciera desde
lo más profundo de su ser.
Cerró
los ojos y soltó un gruñido de placer cuando recordó cómo se había masturbado
una vez que la pequeña se encontraba ya en el fondo del agua. Recordar sus
gritos de piedad, más la sensación del calor abandonando su cuerpo, y el
cadáver finalmente hundido hicieron que una sensación de excitación se extendiera
por todo su cuerpo.
Necesitaba
volver a robar una vida. Necesitaba volver a matar. Y ya tenía a su próxima
victima ante sus ojos.
-Cuéntame,
papi, ¿De que querías hablar? – Se escuchó la voz de Clara, la gemela viva,
retumbar fuera de las ventanas abiertas hasta sus muy finos oídos.
Sentía
rabia al oír su voz, deseos de estrangularla recorrían su cuerpo cada vez que
la oía hablar. Pensar en todo el daño que había traído su existencia, la
existencia de ambas gemelas, a alguien que amaba, sólo le daba mas ganas de
terminar de una vez por todas con el trabajo que inició hace años atrás.
Pero
debía recordarse guardar la compostura, tenía que calmarse. Debía escuchar la voz del amor de su vida, seguir sus
órdenes y hacer lo que le pidió. Además, mientras podía hallar consuelo en sus
pensamientos de cómo la mataría lentamente, disfrutando cada momento.
Hacia
años que no tomaba sus pastillas, aquellas que los psiquiatras decían que eran
por su bien, pero no le gustaban, sentía que la satisfacción de asesinar se
desvanecía cada vez que las tomaba y que todo su ser quedaba cubierto por una
neblina, apaciguándolo todo. Además, no podía escuchar sus órdenes cuando las tomaba.
El
amor de su vida, su cielo, le había dicho que dejara las pastillas, y por supuesto
que obedecería a todo lo que le pidiese. Así lo había educado su madre años
atrás; si no quieres perder el amor, haz todo lo que te pida sin rechistar,
entrégate en cuerpo y alma a el. Y eso había hecho, entregó su corazón y
aquello que imponía la voluntad en su cuerpo, dejándolo como una marioneta.
Pero una marioneta llena de amor.
Se
sintió rabiar ante el recuerdo de cómo cumplió un capricho personal cuando
subrayó aquellas palabras en el libro de la zorra. Aunque explicaban
perfectamente como se sentía.
La
existencia de esas gemelas había hecho que su amor sufriera. Y es por eso que
estaba allí: para remendarlo.
Una
sonrisa de satisfacción curvó sus labios, mientras que una mirada desquiciada
se sumergía en sus azules ojos vacíos, al tiempo que acariciaba su muy fiel
cuchillo. “Pronto vendrá tu hora, pequeño
ratón, pequeña zorra. Espero fielmente que no tengas planes para navidad”.
*****
Papá
me hizo sentarme en el sillón que estaba cerca de la ventana mientras él se
sentaba frente a mí. Se veía preocupado, y si te fijabas bien, podías notar
algo roto reflejado en sus ojos, parecido demasiado a la desesperanza.
-¿Qué
pasa, Papi?- Pregunté con delicadeza, temía decir lo equivocado, por no
mencionar el hecho de que mi mente se hallaba en Sara y en su lágrima llena de
dolor.
Papá
respiró profundo antes de pasar sus manos por su rostro y mirarme directamente
a los ojos.
-Clara,
tu madre y yo hemos estado muy preocupados por ti.- Respondió después de unos
segundos. – Y no puedo decir que esta preocupación haya aparecido
recientemente. Después…después de la muerte de Sara- Su voz se rompió al
pronunciar el nombre de mi hermana, tragó antes de continuar.- No has sido la
misma. Entiendo que perderla fue tan desgarrador que no te puedo pedir que
vuelvas a hacer la niña llena de luz que siempre fuiste, pero realmente quiero,
tu madre y yo queremos, que sigas a delante.
-¿Por
qué después de tantos años sacas a relucir este tema?- Ahora sí que estaba
prestando completa atención, y sin saber porqué, me sentí a la defensiva.- ¿De
que viene esto? Sí que seguí adelante, papá.
-No,
no lo has hecho. Eres infeliz, Clara.
-¡No
lo soy! Y si lo fuera, no sería a causa de Sara. Soy una persona, solemos
experimentar deferentes emociones, ya sabes. – Podía sentir mis mejillas arder
por la ira que crecía dentro de mí.
No
pretendía hacerme la listilla con mi papá, y al ver un breve destello de dolor
en sus ojos me sentí culpable, pero ignoré la culpa fuera, no podría seguir
adelante con todo esto si no mantenía mis sentimientos a raya. Debía alejar a
todos mis seres queridos de mí para que el asesino de Sara no los utilizara en
mi contra. Tenía que ser fuerte, porque no soportaría perder a alguien más.
-Clara
– Papá pronunció mi nombre con calma, no quitando su mirada de la mía en ningún
momento – Hablas sola cuando piensas que nadie te mira, lo has hecho desde la
muerte de Sara, y aun continuas haciéndolo. Tienes magulladuras por todas
partes, sabemos que utilizas maquillaje para taparlas, pero a veces sin darte
cuentas olvidas borrar algunas. Tu mirada se pierde multitudes de veces en un
punto fijo, reflejando miedo en tus ojos. Nunca sales, cuando estas en casa te
encierras en tu habitación, has salidos los últimos días pero siempre que
regresas tienes esta mirada llena de terror que por alguna razón intentas
ocultar de nosotros. ¿Qué esta pasando, Clara? Y no te atrevas a responderme
con evasivas porque ya estoy cansado de hacer como si no notara que estoy
pediendo a mi bebé.
Mi
fachada se derrumbó por un momento. Jamás había pensado que mis padres notaran
lo que me pasaba, lo que me había estado pasando todo estos años. Realmente
pensé que había ocultado los ataques de Sara y los moretones que me dejaba
bastante bien, supongo que no fui lo suficientemente cautelosa, o simplemente
los subestimé.
Pero
eso no cambiaba el hecho de que ahora estaba siendo acosada por un asesino. No
permitiría que nadie más muriera.
Para continuar leyendo CLIC AQUI
Hola!
ResponderEliminarme gusta mucho el capitulo, me tengo que poner al día con los otros :)pronto pasaré de nuevo ponerme al día.
Te sigo, ¿Me sigues devuelta?
Obsesión por la lectura