21/2/15

Cabaña Demeter: Relato

Hola!!
¿Recuerdan que estoy en una iniciativa llamada Campamento Mestizo?
Pues he de hacer varios relatos sobre dioses menores, y los publicare todos en el transcurso de la semana :3 haré todos los que pueda. Antes de cada relato les describiré el dios menor creado, lo que hace y como es, la leyenda que yo he inventado de como fue creada.

Espero que les gusten :3

Nincia

Cuenta la leyenda que una vez Artemisa se sintió triste al pensar que la infancia de las niñas se perdía para siempre en el tiempo, así que un día decidió crear a Nincia. Con los sueños infantiles de los niños, la primera risa de un bebe y la hebra de un cabello rubio de una niña mortal, creo a la diosa menor, a la cual le dio una única tarea: guardar la infancia de las niñas en un guardapelo en forma de corazón ,creado con un rayo de luna .que le otorgo. 


Así la diosa menor nació, poseyendo un largo cabello rubio, piel ligeramente bronceado a causa de un beso en la frente que su tío Apolo le dio cuando nació, vistiendo siempre un vestido blanco que representaba su propia inocencia, y un gran guardapelo de plata que siempre colgaba de su cuello.

Pero Nincia a escondidas de su creadora, decidió guardar también los sueños de los niños, nadie nunca supo la razón por la cual nuestra diosa menor decidió hacer esto aun con el riesgo de que su creadora la descubriera y la castigara por ello. Nadie nunca lo había sabido...hasta ahora.

Adonde va la infancia...

Una niña me esta siguiendo. Puedo decirlo porque la veo en todas parte; cuando mis padres me llevan al parque a jugar, cuando me despierto aunque luego parpadeo y ya no esta, cuando saco a pasear a mi perro Stan, es todas partes. No se si sentirme acosado ya que no puedo asegurar que sea real, siento que estoy volviéndome loco. Tal vez sean solo los nervios de que mañana sera mi cumpleaños numero 11 así que al fin seré un pre-adolescente. No lo se.

Jalo la correa de Stan para que se aparte del cubo de basura del vecino, el decide continuar el paseo en linea recta para luego romper a correr. Corro con el, para sentir la libertad de poder hacer siempre lo que deseo, pero sin querer de alguna forma tropiezo con una niña mas pequeña que yo, ella cae al suelo y luego se echa a llorar.

-Lo siento mucho-  Me disculpo mientras tomo sus manos y la ayudo a levantarse- Soy siempre muy torpe.

Tomo con cuidado sus manos que se han raspado en la caída, y con el borde de mi camisa las limpio cuidadosamente.

- ¿Estas bien? -Le pregunto.

Ella asiente con un puchero reflejado en su rostro, pero las lagrimas aun se deslizan por sus mejillas. Stan se acerca para olfatear su mano y creo que esto le hace cosquilla porque deja de llorar y una sonrisa florece en su rostro cuando Stan le lame la mano.

Me acerco a las flores silvestres que crecen en el jardín del vecino, tomo una  y luego voy a donde esta la niña.

- De verdad lo siento mucho, princesa, ¿Puedes perdonarme?- Le ofrezco la flor, con una sonrisa de disculpa en mi rostro.

Ella me sonríe y luego asiente, aceptando la flor.

-¿Sara? Hija, entra- Llama una voz dentro de la casa de enfrente.

-Adiós, niño.-Se despide antes de entrar a su casa, y cerrar la puerta tras de si.

Suspiro aliviado, y luego acaricio la cabeza de Stan. Deliberadamente alzo la vista y me topo con unos intensos ojos azules que me miran fijamente, la niña que a estado días siguiéndome me sostiene la mirada por unos segundos y luego me dedica una sonrisa que luce satisfecha, antes de desaparecer.

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Me desperté de golpe, sin ninguna razón aparente. Que yo recuerde no había estado soñando con ninguna pesadilla...

Mire hacia la ventana de mi habitación que por alguna razón estaba abierta, aunque recuerdo claramente haberla cerrado. Me da flojera pararme de la cama e ir a cerrarla. Miro al reloj de Mickie Mouse en mi mesita de noche; 11:50pm, faltan solo diez minutos para que sean las doce y por lo tanto, sea mi cumpleaños.

Suelto un bostezo y me siento en la cama para estirarme un poco y asi no quedarme dormido para estar despierto cuando llegue la hora. Desvío la mirada hacia mi closet y me topo con unos intensos ojos azules mirándome.

Ahogo un grito, y en un tonto intento de ponerme de pie, mis piernas se enredan con las sabanas y caigo al suelo.

Ella se ríe, una risa que por alguna razón me recuerda a la sensación del sol calentando plácidamente mi piel.

-¿Qui-Quien eres? - Le pregunto tartamudeando un  poco. No se por que tartamudeo, no siento miedo en su presencia.

Ella ignora mi pregunta y se acerca hacia donde estoy tumbado en el suelo, me extiendo una mano, la tomo, y me ayuda a levantarme.

-Mi nombre es Nincia, y tu me has revelado algo que creí que no era posible.- Su voz es suave, infantil.

-¿Que cosa?- Pregunto, sentándome en mi cama.

-Que los niños no son tan malos. - Ella contesta, sentándose a los pies de la cama.- He estado observándote, eres bueno con las niñas, en ningún momento les has hecho daño conscientemente, y cuando lo haces, te disculpas inmediatamente. Eres amable con ellas, cortés, y tierno, y en ningún momento buscas aprovecharte de ellas.

-Gracias - Me ruborizo sin poder evitarlo. Nunca nadie me a alagado de tal manera.

- Tu infancia es hermosa, no puedo saber si cuando crezca seguirás siendo como eres ahora, no quiero que la olvides pero lo harás. Todos lo hacen. Una infancia tan hermosa no debería perderse, es por eso que he decidido guardarla.

-¿Que que?- No entiendo lo que dice, debería sentir miedo, pero solo siento perplejidad.

-Mi propósito es guardar las infancias solo de las niñas para que no se pierdan en el abandono del pasado. Pero quiero guardar las infancias de los niños también, tu me has hecho querer eso, tu infancia sera la primera infancia de un niño que guarde, la primera de muchos.

Me siento alagado por ello, así que asiento con la cabeza. Algo en ella me hace tenerle confianza, y aunque no entiendo mucho de lo que dijo, algo dentro de mi comprende totalmente. Es algo confuso. El reloj suena cuando marca las 12:00.

-Es hora, ¿estas listo?- Me pregunta.

Asiento con la cabeza. Ella cierra sus ojos y abre guardapelo de plata que cuelga de su cuello, y entonces sucede algo mágico. Todo mi cuerpo empieza a brillar, ella extiendo su mano hacia mi y toma el brillo plateado en mano tranformandolo en una hebra de cabello negro (el color de mi cabello) lo mete en su guardapelo y luego lo cierra.

Me siento diferente. Como si algo en mi hubiera cambiado. Mi cuerpo de pronto se siente pesado, me acuesto en mi cama, y apoyo la cabeza en la suave almohada. Mis parpados pesan, a duras penas los puedo mantener abiertos.

- Es triste cuando cumplen los once años, pues dejan de ser niños y empieza el proceso de inicio a la adolescencia. Olvidaras este momento, pues no puedo permitir que nadie me vea, pero no te preocupes, guardare tu infancia conmigo y haré que recuerdes algunos momentos de ella cuando mas lo necesites.- Se acerca a mi, y me besa la frente- Buena vida, Sam.

Se despide, antes de desaparecer. Y entonces mis ojos se cierran, y me deslizo en un sueño profundo y lleno de una sensación de paz.

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